RESEÑA DEL STEELBOOK KRULL (4K UHD Edición Especial metálica) DE ARVI LICENSING
Pocas películas de los años 80 representan tan bien la mezcla entre fantasía épica y ciencia ficción como Krull. Estrenada en 1983 bajo la dirección de Peter Yates, la cinta fue un ambicioso proyecto de Columbia Pictures que, pese a su fracaso en taquilla, con el tiempo se convirtió en una obra de culto gracias a su desbordante imaginación visual, su partitura inolvidable de James Horner y un diseño de producción que todavía sorprende por la escala y detalle de sus escenarios. Hoy, cuatro décadas después, Krull regresa en una edición de lujo: el steelbook 4K que Arvi Licensing trae a los coleccionistas y que nos permite redescubrir la película con la mejor calidad de imagen y sonido hasta la fecha.
Cuando Krull se estrenó en 1983, la recepción crítica fue, en el mejor de los casos, tibia, y en la mayoría de ocasiones abiertamente negativa. Muchas reseñas coincidieron en señalar la debilidad del guion: una trama que se sentía ligera y confusa, con una mitología mal desarrollada, reglas mágicas poco claras y personajes que no terminaban de definirse. Había diálogos y escenas que intentaban crear atmósfera, pero que para muchos críticos solo servían para ralentizar la narración. Ese desequilibrio fue uno de los reproches más repetidos.
El otro gran blanco de las críticas fueron las inevitables comparaciones. Para la prensa de la época, Krull parecía un híbrido entre Star Wars y Excalibur , pero sin la frescura ni la fuerza emocional de ninguna de ellas. Variety la definió como una mezcolanza que intentaba sumarse a la ola de la space opera y de la fantasía artúrica sin aportar verdadera originalidad. Otros fueron aún más duros en televisión, calificándola como “una de las fantasías más aburridas, sin sentido ni lógica en mucho tiempo” lo que afectó directamente a su reputación frente al gran público.
Otros señalaron su ritmo irregular: la película dedicaba largos minutos a paisajes, atmósferas y decorados en lugar de hacer avanzar la acción, lo que daba la sensación de que la narración se arrastraba. Tampoco ayudó la percepción de que las secuencias de acción no alcanzaban la espectacularidad prometida, ni que los protagonistas carecían del carisma necesario para sostener la épica. Ken Marshall fue tachado de poco convincente como héroe central, y Lysette Anthony sufrió críticas tanto por la vaguedad de su personaje como por el hecho de haber sido doblada, lo que restaba naturalidad a su actuación.
En contraste, hubo consenso en reconocer los valores visuales. El diseño de producción, los escenarios construidos en Pinewood, la imaginación puesta en criaturas como la viuda de la telaraña o la icónica Glaive, y la partitura sinfónica de James Horner, fueron los aspectos más elogiados. Sin embargo, ese despliegue técnico resaltaba aún más la falta de solidez narrativa: era una película grandiosa en la superficie pero hueca en su interior.
A nivel de producción, Krull enfrentó complicaciones que influyeron en su desempeño comercial. Con un presupuesto de entre 27 y 30 millones de dólares ,una cifra altísima para la época, cercana a la de El retorno del Jedi , la filmación en los Pinewood Studios exigió construir escenarios gigantescos y costosos, algunos diseñados para reconfigurarse en distintas escenas, lo que elevó aún más los gastos. En total se emplearon hasta diez platós, complementados con rodajes en exteriores volcánicos y alpinos, como Lanzarote en las Islas Canarias y los Dolomitas italianos. Esta combinación de decorados monumentales y paisajes naturales otorgó al planeta Krull una apariencia física y tangible que hoy se recuerda con nostalgia.
La dirección estuvo en manos de Peter Yates, cineasta conocido hasta entonces por títulos como Bullitt y Abismo , que aquí asumió un proyecto de una escala muy distinta a la de sus trabajos anteriores. El ritmo intenso de rodaje y la magnitud de la producción generaron tensiones en el equipo, hasta el punto de que Yates se tomó un breve descanso durante la filmación. Aunque la película desplegó un despliegue técnico imponente en escenarios, efectos y música, el montaje final dejó secuencias largas y episódicas que afectaron al ritmo narrativo.
A todo esto se sumó un marketing poco claro. El tono de la película oscilaba entre lo melancólico y lo infantil, sin definir bien si se dirigía a un público juvenil, familiar o adulto. Esa indefinición, junto con la competencia feroz de producciones más consolidadas y el inevitable contraste con Star Wars , terminó por sentenciarla. El resultado fue un fracaso económico: Krull apenas recaudó 16,9 millones en Estados Unidos, muy lejos de cubrir su coste.
Ni siquiera los implicados parecían plenamente convencidos. Peter Yates aceptó el proyecto porque lo veía como un desafío técnico, una oportunidad de jugar con los efectos especiales contemporáneos y dar rienda suelta a la imaginación, pero sus dificultades durante el rodaje revelan una relación complicada con el proyecto. Lysette Anthony, en entrevistas posteriores, llegó a decir que algunas partes de la película le parecían “un poco aburridas”. Con el tiempo, esas percepciones han dado pie a una lectura más indulgente, que la reconoce como un producto ambicioso y visualmente único, pero al que su guion y sus decisiones narrativas le impidieron brillar en su momento.
Krull se estrenó en 1983 como una apuesta ambiciosa de Columbia Pictures por crear una epopeya fantástica híbrida: un cruce entre espada y brujería y aventuras de ciencia-ficción que pretendía atraer tanto al público juvenil como a los aficionados a los grandes espectáculos visuales. El proyecto nació en un momento en que Hollywood y los estudios buscaban capitalizar el tirón de las fórmulas de Star Wars y del resurgir de fantasía heroica de principios de los 80, pero con un presupuesto y una escala que la convirtieron en una producción compleja y costosa.
Los efectos especiales fueron uno de los pilares de la producción. El equipo recurrió a artesanos y modelistas especializados en miniaturas, prótesis y mecanismos animatrónicos, logrando resultados que evocan la era previa al CGI. Se construyeron maquetas imponentes ,como las del Castillo de Lyssa y la Fortaleza Negra , se diseñaron efectos de derrumbe controlado y se aplicaron creativas soluciones para escenas de metamorfosis. La supervisión recayó en Derek Meddings, reconocido por su dominio de las maquetas y los trucos ópticos. Entre sus contribuciones más notables destaca la compleja disolución final de la Fortaleza Negra, íntegramente realizada con técnicas prácticas. Estas decisiones técnicas dieron al film una identidad visual única y palpable.
La música también ocupa un lugar decisivo en la memoria de Krull. La partitura de James Horner, interpretada por la London Symphony Orchestra y el coro Ambrosian Singers, se considera uno de los grandes hitos de su primera etapa. Con una combinación de fanfarrias heroicas, coros sombríos y pasajes líricos dedicados al motivo amoroso, Horner construyó un tapiz sonoro que refuerza la dimensión épica de la película. Su partitura, muy valorada por críticos y coleccionistas, sostiene emocionalmente momentos clave como la búsqueda del Glaive, las batallas contra los Slayers o las escenas de intimidad romántica. En conjunto, la música se alza como contrapunto majestuoso al espectáculo visual y ha sido fundamental en la reivindicación de la película como obra de culto.
El reparto combina caras desconocidas para el gran público con intérpretes británicos de sólida trayectoria: Ken Marshall (Prince Colwyn) en el papel protagonista aportó un físico heroico ya algo convencional para el género; Lysette Anthony (Lyssa) encarna la figura femenina central; y nombres como Freddie Jones, Alun Armstrong, Bernard Bresslaw, Liam Neeson (en uno de sus primeros papeles), Robbie Coltrane o Francesca Annis completan un elenco que aporta oficio y variedad de registros. La mezcla de intérpretes emergentes y veteranos ayudó a sostener las escenas de interacción y los momentos más dramáticos, pese a que muchos críticos criticaron la falta de profundidad en el tratamiento de los personajes.
Narrativamentes, Krull se desarrolla como una serie de secuencias episódicas: asaltos de los Slayers, la búsqueda del arma mística , la unión de bandas dispares, la infiltración en la Fortaleza Negra y el enfrentamiento final con la criatura conocida como la Bestia. Esa estructura episódica facilita el despliegue técnico pero penaliza la cohesión dramática; muchos críticos señalaron que la película parece un catálogo de escenas más que una progresión argumental bien tejida. Aun así, ese ritmo de aventuras ‘por estaciones’ es una de las razones por las que el film funciona como espectáculo: cada bloque presenta una propuesta visual distinta.
La producción de Krull estuvo marcada por largos procesos de construcción de sets y sobrecostes derivados de reescrituras y cambios en el guion. El proyecto evolucionó desde una idea más medieval hacia una fusión más evidente con la ciencia-ficción, lo cual provocó que se pasara de rodar en localizaciones a diseñar un universo mayoritariamente en estudio. Esa transformación creativa, y la complejidad logística que acarreó, explica parte de las tensiones de producción y el elevado presupuesto final.
Con el paso de los años, Krull ha experimentado una notoria reevaluación que la ha elevado al estatus de película de culto de los años 80. Este cambio se explica por dos factores principales: por un lado, la nostalgia hacia el cine artesanal de aquella década, con sus sets físicos, miniaturas, maquillajes y partituras orquestales que hoy evocan una época irrepetible; por otro, la fidelidad de una comunidad cinéfila que valora las obras que, aun con sus imperfecciones, apostaron por la originalidad y la ambición. Críticos y medios especializados destacan precisamente esa “audacia visual” y la mezcla poco convencional de géneros como los rasgos que la hacen disfrutable más allá de la lógica del gran éxito de taquilla.
Otro factor que ha consolidado el estatus de culto de Krull es su riqueza iconográfica. Elementos como el Glaive ,esa arma arrojadiza de múltiples puntas , la apariencia de los Slayers, la imponente Fortaleza Negra y la partitura de James Horner se han convertido en símbolos fácilmente reconocibles. Estos motivos han sido retomados por coleccionistas, citados en obras posteriores y referenciados en la cultura pop ,por ejemplo, el Glaive aparece en escenas de Ready Player One. La recurrencia de estos elementos otorga a la película una identidad visual sólida, transformándola en un clásico menor pero con personalidad distintiva.
Desde un punto de vista técnico-histórico, Krull representa un testimonio de la transición entre la era de efectos mecánicos y miniaturas y la próxima era digital. La película muestra hasta qué punto los artesanos del cine podían resolver problemas de escala y movimiento con soluciones prácticas y mecánicas, y por ello hoy sirve como texto de consulta para estudiantes de diseño de producción y efectos especiales que quieran comprender técnicas pre-CGI. Su legado práctico es instructivo: maquetas articuladas, cámaras para forced perspective, y elaboradas capas de iluminación que lograban profundidad sin ayudas digitales.
El paso del tiempo ha transformado por completo la recepción estética de Krull. Lo que en 1983 se tachaba de derivativo o incoherente, hoy se interpreta como una elección estilística ligada a un contexto industrial muy concreto. La fusión de géneros ,fantasía, space opera, aventura juvenil , que en su estreno se percibió como confusa, se celebra actualmente como un gesto audaz de hibridación capaz de generar imágenes insólitas. De ahí que, en retrospectivas y ciclos de cine fantástico, la película se programe habitualmente como “clásico de culto” más que como simple “fracaso comercial”.
En el plano técnico, el montaje y el ritmo narrativo siguen siendo temas de debate. La película opta por privilegiar el espectáculo visual sobre la elipsis dramática, con secuencias de acción aceleradas y pasajes líricos tratados con mayor lentitud. Ese vaivén, que en su día fue señalado como una irregularidad, hoy se aprecia por la variedad de registros que ofrece: alterna momentos de épica con instantes de intimidad y contemplación. Para muchos espectadores contemporáneos, esa oscilación constituye precisamente parte de su encanto y de su condición singular dentro del cine fantástico de los 80.
En la actualidad Krull funciona en festivales de género y ciclos retros como título que despierta debate: programadores la usan para ilustrar la estética setentera-ochentera de fantasía, para examinar los límites de la producción práctica y para reflexionar sobre la recepción crítica vs. la apropiación fandom. Es frecuente verla en sesiones con público que celebra la proyección colectiva ,en esos contextos la película gana puntos: la experiencia compartida acentúa su carácter de show.
Finalmente, el factor humano ,un director veterano como Peter Yates enfrentándose a un proyecto masivo, artesanos de efectos que trabajaron con modelos y prótesis, la joven cantera de actores (incluido un joven Liam Neeson ) , convierte a Krull en un documento de aires épicos que merece analizarse no tanto por su fidelidad a un canon sino por su ambición y su materialidad cinematográfica. Su estatus de culto se sustenta en esa conjunción: fallos narrativos que no anulan la imaginación técnica y el placer sensorial que brindan sus planos, sonidos y criaturas.
En síntesis, Krull fue recibida en 1983 con críticas mayoritariamente tibias y no cumplió las expectativas comerciales pero su apuesta técnica ,maquetas, efectos prácticos, localizaciones y una partitura notable de James Horner , junto con su imaginería única y la nostalgia por la estética de los 80 han ido transformando su reputación. Hoy se la reivindica como una pieza de culto: imperfecta, pero valiosa como ejemplo de ambición de género, artesanía pre-digital y sello estético ochentero.
La edición steelbook 4K UHD + Blu-ray de Krull que lanza Arvi en septiembre de 2025 llega en formato zona libre (compatible en todo el mundo), con dos discos y una nueva restauración en 4K Dolby Vision y HDR10. El aspecto de imagen es 2.35:1, respetando el formato original y aprobado por el director de fotografía Peter Suschitzky. Esta edición presenta una diferencia técnica significativa respecto al Blu-ray de 2018 editado por Sony: el aspecto de la imagen ya que en su lanzamiento inicial, la película fue recortada a un formato 1.78:1, lo que resultó en una pérdida de información visual en los bordes
En el apartado sonoro, se ofrece una amplia variedad de pistas:
Inglés Dolby Atmos como opción de referencia, junto a versiones en DTS-HD Master Audio 5.1 y 2.0.
Castellano, Francés e Italiano en DTS-HD Master Audio 2.0 (LT/RT).
Alemán en DTS-HD Master Audio 5.1.
Los subtítulos son especialmente completos: alemán, castellano, español latinoamericano, francés, inglés (incluyendo subtítulos para sordos), italiano, portugués, árabe, coreano, danés, finés, holandés, mandarín tradicional, noruego, sueco, tailandés y turco.
Contenidos adicionales
Los extras de esta edición combinan materiales clásicos con piezas de archivo ya conocidas en lanzamientos previos:
Comentario del reparto y del equipo: con intervenciones de Peter Yates, Ken Marshall, Lysette Anthony y el montador Ray Lovejoy, repasando recuerdos y dificultades del rodaje.
Comentario alternativo / detrás de cámaras: una segunda pista más técnica que incluye incluso la lectura de un artículo histórico de Cinefantastique sobre la película.
Un día de rodaje: documental de unos 22 minutos que funciona como making of clásico, mostrando decorados en Pinewood, criaturas, efectos y entrevistas promocionales de la época.
Tráiler de cine en alta definición, remasterizado a partir del material original.
En conjunto, esta edición destaca sobre todo por la calidad audiovisual modernizada (4K + Atmos) y por recuperar los comentarios de los implicados y el documental promocional, aunque no aporta demasiados extras inéditos. Es una edición pensada más para redescubrir Krull en su mejor presentación técnica que para ampliar en profundidad el contexto de producción.

Krull (4K UHD Edición Especial metálica)
Ken Marshall (Actor), Lysette Anthony (Actor), Peter Yates (Director)
Adéntrate en una época y un lugar místico que no pertenecen ni al pasado ni al presente, con criaturas extraordinarias de leyenda que obran su increíble magia, y una horrible y omnipotente Bestia que reina con mano de hierro. ¡Este es el planeta KRULL! El príncipe Colwyn deberá emprender una audaz misión para rescatar a su joven prometida que ha sido capturada por la Bestia, sin embargo, los asesinos y seres alienígenas bajo el mando del monstruo tratarán de interponerse en su camino a cada paso. Para enfrentarlos, Colwyn deberá llegar primero a una lejana caverna y recuperar el legendario Glaive, una lanza con increíbles poderes. Protagonizada por Ken Marshall, Lysette Anthony, Freddie Jones, Francesca Annis y Liam Neeson en uno de sus primeros papeles en pantalla, KRULL es una espectacular aventura de fantasía que va más allá de la imaginación más salvaje.
Detalles del producto
Dimensiones del paquete : 17 x 13,5 x 1 cm; 66 g
Director : Peter Yates
Formato multimedia : Blu-ray, Edición coleccionista
Tiempo de ejecución : 2 horas
Fecha de lanzamiento : 26 septiembre 2025
Actores : Freddie Jones, Ken Marshall, Lysette Anthony
Idioma : Castellano (DTS HD Surround), Inglés (Dolby Atmos)
Estudio : ARVI
ASIN : B0FP2KNCJB
